La familia de Mateo Gallegos cree que hay más implicados
Los padres del joven asesinado en barrio Parque destacan la captura de Damián Quiroga, pero estiman que son cuatro los asesinos. Hablaron en exclusiva con LA VOZ DE SAN JUSTO: "Mi hijo era un adicto, no se merecía morir así, se merecía tener una segunda oportunidad". El suyo es un caso testigo del estrago que causan las dogas.
Por Cecilia Castagno | LVSJ
"No puedo creer que mi hijo ya no esté. Hasta que no estén presos todos sus asesinos, no voy a poder hacer el duelo. Después seguiré llorando", dijo a LA VOZ DE SAN JUSTO Leticia Mansilla, la mamá de Mateo Andrés Gallegos, el joven de 20 años ultimado el pasado domingo con dos balazos en barrio Parque.
La familia sostiene que hay más sicarios implicados; que son cuatro los presuntos homicidas, entre ellos, el único detenido hasta ahora -Damián Quiroga (24)-. "Testigos dijeron que eran cuatro los que le apuntaban con las armas" esa madrugada trágica. "Queremos justicia", imploraron.
"Tenemos que estar fuertes para nuestros otros hijos", expresaron Leticia y su esposo Darío Gallegos, quienes sufrieron dos veces la irreparable pérdida de un hijo. Mateo era el tercero de siete hermanos. El mayor de todos, falleció hace algunos años a causa de una enfermedad, algo que Mateo no pudo superar nunca y cayó en la adicción a las drogas.
Cada semana emergen a la superficie mediática nuevos crímenes y hechos violentos relacionados al tráfico de drogas, pero cuando pasa en San Francisco, sacude todo. El de Gallegos es un caso extremo, testigo de cómo la droga hace estragos y su relación con la delincuencia, y del calvario que viven muchas familias en torno a esta situación.
"Mi hijo no era un santo, cometió errores, estaba perdido mal por la droga. Lo internamos en Rafaela, en Córdoba, estuvo en el Complejo Esperanza por una causa de robo. Robaba para comprar droga, robaba para consumir", contó Darío.
"Cuando cumplió 18 años quiso cambiar, dejar de robar, pero seguía consumiendo. No quería caer más preso, pero debía plata de la droga, no podía controlar su adicción. A veces desparecía dos días porque se perdía consumiendo. Llegó a pagar un motel para encerrase días y días a consumir", agregó la madre.
Empezó fumando crack y marihuana, pero después probó la cocaína. Lo que le destruyó la cabeza. "Mi hijo estaba enfermo, era un adicto pero no se merecía morir así, se merecía tener una segunda oportunidad. Es una víctima de un crimen y también del problema de las drogas", manifestó Darío.
El lugar donde ocurrió el homicidio, en inmediaciones de calles Chaco y Dante Agodino.
Qué saben de la causa hasta ahora
Entre el dolor, las dudas y el reclamo de justicia de la familia de la víctima, se espera que en las próximas horas Quiroga sea trasladado a la Fiscalía de Delitos Complejos en los tribunales para ser indagado luego de entregarse ese mismo domingo por la noche, acorralado por la Policía.
"No sabemos mucho sobre la investigación, creemos que está avanzando -indicó la familia-. Nos enteramos que se había entregado Quiroga por las noticias, luego nos lo confirmó la Justicia".
Valoran el rápido accionar judicial para esclarecer el hecho pero tienen muchas preguntas para hacerle al fiscal: "Queremos hablar con (Bernardo) Alberione para saber más sobre la causa". Luego de que le entregaran el cuerpo, lo velaran y Mateo tuviera la despedida que hubiera querido, "rodeado de sus amigos, su familia y muchos vecinos", Leticia no deja de pensar en las marcas del crimen: su hijo tenía dos orificios por disparos en la cabeza. Y sospecha que habría más de un arma implicada.
La primera hipótesis arroja que la víctima y el victimario se conocían y había alguna disputa entre ellos que habría desencadeno una pelea previa en las afueras de un bar. "A Quiroga lo conocemos, no sé si eran amigos con Mateo, pero alguna vez lo vino a buscar a casa", señaló Leticia.
Mateo Gallegos tenía 20 años cuando lo asesinaron de dos disparos en la cabeza.
Una "emboscada" planeada para matarlo
Los padres hicieron una reconstrucción de las últimas horas de Mateo con vida. Había ido con su hermano de 11 años al show de Ulises Bueno. "Vamos, yo te cuido", le dijo y se lo llevó al baile.
"Salió de Bomberos, vino a casa con su novia. Ella se acostó a dormir, mientras Mateo todavía deambulaba por la cocina. Alguien le envió un mensaje -no sabemos quién, pero no era Quiroga- pidiéndole que le prestara 500 pesos y él salió a llevárselos al lugar acordado", sin saber que "era una emboscada", porque creen que a su hijo "lo entregaron", que "fue un asesinato planeado".
"Sentí el ruido de la moto cuando él se fue. Salgo a la vereda y pienso: ¿a dónde habrá ido? Le pregunto lo mismo a su novia -relató la madre-. Entro y alguien me llama: 'Leticia, vení que Mateo está discutiendo con alguien'. Salí y ahí escuché los balazos, fueron varios tiros. Vuelvo a entrar y le digo a mi esposo: 'lo mataron a Mateo', ya lo presentía".
Darío salió raudamente hacia el lugar de donde provenían los disparos, a pocas cuadras de su casa. "Cuando llegué, mi hijo todavía respiraba", recordó.
Si bien narró que cuando arribó al escenario del horror "ya no quedaba nadie", solo el cuerpo de su hijo tendido en el piso, el hombre insistió: "Son cuatro, los asesinos son cuatro".
Los Gallegos destacaron el apoyo que tuvieron de los vecinos del barrio donde viven que "se acercaron a declarar", muchos identificados por sentir en carne propia el drama de las adicciones, que como ellos "sufren por sus hijos y no quieren que terminen como Mateo".
Comentaron que en los últimos días a Mateo no lo habían visto nervioso o temeroso, pero "él sabía, a él ya le habían dicho que su cabeza tenía precio".
También admitieron que Mateo llegó a manipular armas, "para qué lo vamos a negar, aunque en estos últimos días no andaba con armas", indicó Darío.
"Que paguen todos los responsables"
"Queremos una condena ejemplificadora", aseveraron, sin embargo entienden que para llegar a esa instancia todavía falta mucho camino por recorrer. Mientras la investigación judicial avanza con la recopilación de testimonios, allanamientos y el análisis de la prueba, no se descartan nuevas detenciones.
"Vamos a ser querellantes en la causa y no aceptaremos un juicio abreviado. Queremos que paguen todos los responsables de la muerte de nuestro hijo; y que no entren a la cárcel y salgan a los dos años", manifestaron.
"Ahora que ya nos mataron a nuestro Mateo, ya no tenemos miedo a nadie, antes sí, temíamos porque le hicieran algo", pronunció Leticia.
"Mateo nunca pudo superar la muerte de su hermano, estaba enojado con la vida. Todas las noches lo esperaba hasta la una o dos de la madrugada, cuando no llegaba, le escribía y a veces me contestaba que estaba cansado de vivir, que quería descansar -continuó Darío-. Mi hijo no era un santo, pero no se merecía esto. No sabemos si algún día iba a dejar la droga, quizás lo lograba y tenía otra vida".
Como tantas otras familias, ellos ruegan que se cambie la Ley de Salud Mental votada en 2010, que dificulta las internaciones, supeditándolas a la voluntad del paciente. "La Justicia y los gobernantes tienen que actuar. Los adictos como Mateo están tan enfermos que no pueden decidir por ellos mismos estar internados o no", expresó Leticia, que busca respuestas a la muerte de su hijo y a muchos otros interrogantes que se intensifican cuando escucha a otras madres que pasan por lo mismo: ¿por qué es tan fácil comprar drogas? ¿Cómo cuidamos a los pibes?, porque los están matando.